domingo, 17 de agosto de 2008

Cuando nada significa nada

Hoy he tenido un sueño que aún logro recordar difusamente. Estaba hablando con una persona y la conversación que hemos mantenido me ha dejado una mala sensación. Me he despertado y esa sensación seguía sin mitigarse, por lo que he decidido levantarme de la cama para intentar despejar un poco mi mente.
No sabía que horas después parte de ese sueño iba a cobrar vida. No es la primera vez que me pasa. Quizá la conversación real se ha visto un poco salpicada por la sensación que acarreaba de este sueño premonitorio, así lo llaman. Todo se ha visto en cierta manera condicionado y, por eso, ahora me siento un tanto extraña.

Siempre tiendo a sentirme la culpable de las malas reacciones que las otras personas tienen hacia mí sin pensar en que, otras cosas que no tienen relación alguna conmigo, les pueden estar afectando. Puede que penséis que es una actitud egoísta, pero no es así. No lo pienso porque crea que todo gira entorno a mi persona. Es fruto del miedo y desconfianza en mí, simplemente eso.

Me estrujo la cabeza por intentar descubrir los pensamientos ajenos cuando algo poco habitual ocurre entre nosotros. Hablo de una cosa o formulo una pregunta y si la respuesta de la otra persona no es la que yo esperaba ya se vuelve todo un caos. Empiezo a analizar cada punto, cada coma y cada letra de lo que me ha dicho intentando sacar conclusiones (que pocas veces resultan erróneas).

Cuando las cosas no están claras entre dos personas es la ausencia de palabras lo que más da que pensar. Esto es lo que a mí en cierta manera me incomoda.


Soy una persona que lo habla todo y lo comenta todo, pero en algunos casos me resulta muy difícil hacerlo... No puedo pretender que las otras personas sean claras conmigo cuando ni yo lo soy conmigo misma. Pero que me perdonen si en ocasiones parezco un taperware imposible de destapar... Tal vez debería abrir esta ventana más allá y no solo decir lo que pienso enfrente de una pantalla... Creo que estoy empezando a entender que las cosas que no se dicen suelen ser las más importantes.
Supongo que es cuestión de tiempo que lo importante cobre vida tal y como lo ha cobrado hoy mi sueño...

Una amiga mía me decía que soy muy madura para actuar en toda clase de situaciones. Ya veis, me da hasta coraje que me vean madura cuando hay veces que ni yo misma me creo mis propias teorías...
La cabeza ya no me da de sí, estoy cansada. Odio el insomnio dominguero. Mientras escribo esto estoy escuchando la canción favorita del protagonista de mi sueño y de mi conversación. No puedo escuchar canciones melancólicas en fin de semana, me deprimen, pero hoy me apetecia. Esta canción es de lo más triste pero, al igual que a él, me encanta...

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